jueves, 4 de noviembre de 2010

El Sol del Membrillo


Dirección: Víctor Erice
Guión: Víctor Erice, Antonio López García
Música: Pascal Gaigne
Sonido: Daniel Goldstein, Ricardo Steinberg
Fotografía: Javier Aguirresarobe y Ángel Luis Fernández
Montaje: Juan Ignacio San Mateo
Intervienen: Antonio López García, María Moreno, Enrique Gran
Idioma: Castellano
Productora: María Moreno P.C., Igeldo Zine Produkzidak, Euskal Media.
País de producción: España
Año: 1992
Duración: 139 min.








Inmediatamente después de su exhibición pública, primero en Cannes y luego en Madrid, el 20 de enero de 1993, El sol del membrillo no provocó el aplauso unánime de la crítica y el público, pero el tiempo, fuerza reveladora de conexiones ocultas, paciente fluido germinador, se ha encargado de situar a este singular film en el lugar que razonablemente le corresponde. Diez años después de su estreno no resulta infrecuente oír o leer que se trata de la mejor película española realizada en la década de los noventa y una de las mejores en el panorama internacional.

Realizado con un presupuesto modesto, financiado por gentes ajenas al mundo del cine y sus inercias, rodado sin guión y sin actores profesionales, El sol del membrillo constituye, tanto por sus resultados como por el proceso que le dio la vida, un hecho aislado en el cine español y posiblemente lo más novedoso filmado hasta el momento en nuestro país, no porque ruidosamente se haya presentado como un film rompedor, sino por la aportación sustancial que supone en la búsqueda de las posibilidades de supervivencia de un arte, el cine, que anegado en el magma de lo audiovisual, puede todavía recuperar su potencia perdida explorando sus orígenes; potencia poética que El sol del membrillo encarna con brillo propio, rasgando los vendajes que de continuo se interponen entre nuestra mirada y el mundo, proponiendo una nueva manera de mirar que no supone acelerada y competitiva huida hacia adelante, sino atención contemplativa a lo que siempre había estado ahí, olvidado. Según las palabras de Isabel Escudero, “Esta obra representa una ‘parada’ en el vertiginoso fluir de las películas, una reflexión desde dentro sobre la propia capacidad del cinematógrafo y una llamada de atención a la conciencia de sus hacedores y sus consumidores, justo en el preciso momento en que el cine desvaría bajo la servidumbre del espectáculo y el imperio audiovisual.

EL SOL DEL MEMBRILLO Y EL MISTERIO PICASSO

Aunque otros muchos podrían comentarse, uno de los antecedentes más claros de El sol del membrillo es Le mystère Picasso de Henry-Georges Clouzot. Ninguno de los dos films se adscribe al género del biopic (biographical pictures), pero ambos toman como tema la creación pictórica de verdaderos pintores y poseen carácter documental. Una breve mirada comparativa a ambas películas servirá para completar nuestra introducción.

El film de Clouzot extrae el quehacer de Picasso de su contexto habitual, lo aísla en un estudio cinematográfico y lo ritualiza mediante el encuadre y la iluminación, con acentuados contrastes cercanos al cine negro. La pintura del genio malagueño es un acontecimiento mágico y sobrenatural que no admite explicación. El film de Erice, por el contrario, muestra el trabajo de Antonio López en su contexto habitual y ofrece información acerca de su vida, su poética y su técnica, no porque sea éste un pintor menos conocido que Picasso, sino porque subyace detrás una concepción distinta del “ser artista”. Como señala Javier Moral, Antonio López es “un personaje hasta cierto punto contrapuesto a Picasso”. Lo crucial en Le mystère es registrar a Picasso haciendo emerger su pintura de la nada; todo lo demás se subordina a su figura. Picasso no pinta del natural, mirando algo externo, sino dialogando con la pintura y con la memoria para inventar imágenes desde su interior. El sol del membrillo muestra la creación artística de un pintor atento a un pequeño árbol, comparándola con otras tareas en apariencia más prosaicas que acontecen alrededor, y todo ello, además, no como un fin en sí mismo, no para mostrar el genio de López, sino para aludir a asuntos más trascendentes y comunes.

Picasso pinta un cuadro tras otro. Cuando Clouzot, al terminar el séptimo, le pregunta si está cansado, el pintor responde, “¿Cansado? tiene gracia, puedo seguir toda la noche si quieres...” y de hecho alcanza a pintar hasta veinte composiciones diferentes.

Aunque dedica algún comentario despectivo a la marcha de su penúltima obra, en general ostenta una seguridad creativa sin fisuras, tanto, que al final estampa su firma en un enorme formato como si se tratara de un cuadro más. Antonio López no consigue acabar ni un óleo, debiendo conformarse con las limitaciones de un dibujo, y ello no sólo por las diferencias técnicas o estilísticas, como es sabido la minuciosa descripción realista es más laboriosa.

Fuentes de información: Extracto del libro Guía para ver y analizar "El Sol del Membrillo", de José Saborit, Wikipedia, Arsenevich Documaniático.



2 comentarios:

Chuz dijo...

Gracias por los documentales,.. haber si reponen o resuben este.. saludos

Naranjas De Hiroshima dijo...

Repuesto, gracias a Documaniático. Otra vez.